
Cómo adaptarse al algoritmo de LinkedIn
Para que tu estrategia en LinkedIn funcione, adáptate al algoritmo: crea contenido útil, conversa con tu red y ten un perfil que hable por ti. Adaptarse al algoritmo de LinkedIn depende de ti.
LinkedIn no es solo un currículum digital ni un tablón de anuncios profesional. Es una red social, y como toda red social, tiene un algoritmo que decide qué ves y quién te ve. Si publicas y nadie interactúa contigo, no siempre es culpa del contenido: a veces, simplemente no estás «jugando» según las reglas del algoritmo. Pero ¿qué es eso del algoritmo y por qué debería importarte? En este post, vamos a destriparlo, explicarlo sin tecnicismos y darte una hoja de ruta para que no publiques al vacío.

¿Qué es un algoritmo?
Antes de hablar de LinkedIn, y saber adaptase al algoritmo de LinkedIn, vamos con lo básico.
Un algoritmo es, en esencia, una serie de instrucciones que una máquina (o en este caso, una red social) sigue para tomar decisiones. En redes sociales, el algoritmo decide qué contenido mostrarte primero, qué ocultar y qué hacer viral.
En el caso de LinkedIn, su algoritmo está diseñado para maximizar el tiempo de calidad que pasas en la plataforma. Eso significa que, al adaptarse al algoritmo de LinkedIn, prioriza el contenido que cree que te interesa, que genera conversación, que conecta personas. No le interesa tanto que estés pasivo, sino que interactúes.
¿Cómo funciona el algoritmo de LinkedIn en 2025?
Para adaptarse al algoritmo de LinkedIn, primero tienes que conocerlo un poco.
LinkedIn no revela todos los detalles de su algoritmo, pero a base de pruebas, errores y mucho ensayo, los que vivimos de esto ya hemos identificado patrones claros.
1. Tiempo de retención y dwell time
El algoritmo valora mucho el tiempo que alguien pasa leyendo tu contenido. Si alguien se detiene a leer tu post durante más de 3 segundos, eso ya es una señal positiva. Cuanto más tiempo, mejor.
2. Comentarios por encima de los likes
Un like está bien, pero un comentario es oro, y es clave para adaptarse al algoritmo de LinkedIn. Los comentarios indican que tu contenido no solo fue consumido, sino que provocó una reacción. Y si hay diálogo (comentarios respondidos), mejor aún.
3. Reacciones > Likes
Las reacciones (me gusta, bravo, apoyo, etc.) tienen distinto peso. «Me interesa» y «celebro» suelen tener mejor puntuación que un simple «me gusta». Pero todos valen.
4. Frecuencia y coherencia
Publicar de manera regular (pero no a lo loco) ayuda a que LinkedIn te tenga en cuenta. Dos o tres veces por semana suele ser ideal. El algoritmo premia a quienes crean contenido con coherencia y una línea clara, clave para adaptarse al algoritmo de LinkedIn.
5. Interacciones en los primeros minutos
Los primeros 60-90 minutos son cruciales. Si tu post genera interacción en ese tramo, el algoritmo lo considera «contenido de calidad» y lo expande a más usuarios.
6. Relaciones e interés común
LinkedIn muestra tu contenido primero a tus conexiones más cercanas, gente con la que sueles interactuar. Si ellos reaccionan bien, se expande a segundas y terceras conexiones.

Errores comunes al no adaptarse al algoritmo de LinkedIn
LinkedIn puede ser una red social maravillosa si la usas con cabeza, estrategia y un poquito de cebolla. Pero si la tratas como si fuera un escaparate cualquiera, si publicas por publicar o si caes en algunos errores comunes, el algoritmo no te lo perdona. Y cuando LinkedIn no perdona, tu visibilidad se hunde como una piedra.
Aquí te explico cuatro errores típicos que veo cada semana (sí, incluso en marcas grandes) y cómo puedes corregirlos sin perder autenticidad ni alma.
1. Links externos en el post: el algoritmo no te lo perdona
LinkedIn quiere que la gente se quede en su plataforma. Lo entiendo: si yo tuviera un bar lleno de gente, no querría que un camarero les pasara la dirección del bar de enfrente. Eso es justo lo que haces cuando colocas un enlace en tu publicación que lleva a otra web, YouTube, tu blog o lo que sea.
¿Resultado? El alcance se desploma. El post se muestra a menos gente y, por tanto, se diluye el esfuerzo, y no cumples el propósito de adaptarse al algoritmo de LinkedIn.
¿Solución?
Muy sencilla: pon el enlace en el primer comentario. Y avísalo en el post con algo como:
“Te dejo el link en comentarios, por si quieres leer el artículo completo.”
Otra opción más sofisticada es publicar primero sin el link, esperar una hora, y luego editar el post para añadirlo. LinkedIn es menos agresivo si detecta el cambio después de cierto tiempo, aunque tampoco es garantía.
Pero lo más importante: piensa si realmente necesitas ese enlace. ¿Puedes contar la historia entera en el post? ¿Puedes dejar una píldora potente que no necesite sacar al usuario fuera?
2. Etiquetar a gente que no responde: contenido forzado y penalizado
Etiquetar a alguien en un post puede parecer una buena idea. Le estás dando visibilidad, generas conversación, demuestras networking… pero solo si esa persona interactúa con tu publicación.
Si etiquetas a alguien y no te da ni un “me gusta”, LinkedIn lo interpreta como que has forzado esa mención. Es como invitar a alguien a una fiesta y que ni se digne a pasar por la puerta.
¿El resultado? Otra vez, castigo: menos alcance.
¿Solución?
Etiqueta con cabeza. Si vas a mencionar a alguien:
- Avisa antes por mensaje privado: “Oye, te voy a etiquetar en un post porque hablo de X. Si puedes reaccionar, genial.”
- Asegúrate de que hay un vínculo real entre lo que cuentas y esa persona.
- Si no estás seguro de que te vayan a responder, mejor no etiquetes. O menciona su nombre sin etiquetar, que no pasa nada.
Las etiquetas funcionan si se usan con generosidad, verdad y contexto. Si no, el algoritmo huele el postureo a kilómetros, y se acaba el adaptarse al algoritmo de LinkedIn.
3. Hashtags: ya no son necesarios (y a veces, hasta sobran)
Sí, lo sabemos: durante años se recomendaba usar entre 3 y 5 hashtags bien pensados. Pero LinkedIn ha cambiado. Hoy en día, los hashtags no son necesarios para que tu contenido funcione.
El algoritmo ya entiende el contexto y el tema del post sin necesidad de etiquetas. Si usas hashtags, no pasa nada. Pero si no los usas, tampoco. No te estás perdiendo nada.
De hecho, muchos creadores y marcas están dejando de usarlos por completo. ¿Por qué? Porque a veces distraen, ensucian visualmente el contenido o te hacen parecer forzado.
¿Mi recomendación?
- Si los usas, que tengan un sentido claro (por ejemplo, para seguir una serie o un concepto propio como #PonleCebolla).
- Evita los hashtags genéricos tipo #marketing #felizlunes #estrategia.
- Si no te sale natural incluirlos, no los pongas. No los necesitas.
Menos es más. Y a veces, nada es mejor.
4. Contenido duplicado o reciclado sin contexto: repetir no es pecado, pero sí la pereza
Repetir contenido no está mal, y es clave para adaptarse al algoritmo de LinkedIn. De hecho, es necesario para adaptarse al algoritmo de LinkedIn. No todo el mundo ve todos tus posts, y a veces una idea potente merece más de una vuelta. Pero lo que no funciona es reciclar sin pensar. Publicar lo mismo, con las mismas palabras, solo cambiando el fondo de color o el orden de los párrafos.
Eso es como calentar las sobras sin sal ni cebolla. Y tú ya sabes que con cebolla, todo sabe mejor.
¿Solución?
- Si vas a repetir una idea, replantea el enfoque. Cambia el ángulo, añade una anécdota, actualiza los datos.
- Usa la misma base, pero cuenta otra historia. O dirígete a otro tipo de público.
- Reutiliza con estrategia: si un post te funcionó muy bien hace 6 meses, vuelve a lanzarlo con un nuevo titular, un nuevo formato (carrusel, vídeo, historia personal).
- Piensa en el ciclo de vida de tu contenido: ¿puedes convertir un post en una newsletter? ¿O una idea de newsletter en un post más corto?
El contenido es como una buena canción, clave en adaptarse al algoritmo de LinkedIn: puedes hacer versiones, acústicos, directos, remixes… pero no pongas la misma pista en loop sin más.

Cómo adaptarse al algoritmo de LinkedIn de verdad
LinkedIn no es solo una red social, es un escenario en el que, si sabes usar bien el micro, puedes hacer que tu contenido conecte, genere confianza y, a medio y largo plazo, atraiga oportunidades.
Ahora bien, no basta con publicar “por estar”. Tampoco con soltar frases motivacionales o fotos con gente que ni sabes quién es.
Para que funcione, hay que currárselo.
Aquí te comparto 5 prácticas que sí funcionan en LinkedIn si las aplicas con estrategia, autenticidad y constancia para adaptarse al algoritmo de LinkedIn (y sí, con cebolla, porque todo sabe mejor).
1. Escribe para conversar, no para impresionar
Uno de los mayores errores que veo en LinkedIn es gente intentando parecer brillante en vez de ser útil.
Frases rebuscadas. Palabras grandes. Post que suenan como si fueran un discurso de los Oscars.
¿El resultado? La gente no comenta. No comparte. No conecta. Y fin de adaptarse al algoritmo de LinkedIn.
LinkedIn es una red de personas, no un escaparate de frases célebres. Si quieres que tu contenido funcione, escribe como si estuvieras hablando con alguien frente a un café.
Haz preguntas, lanza ideas con las que otros puedan debatir, invita a participar.
Ejemplo: en lugar de decir “la clave del éxito es la constancia”, mejor prueba con algo como:
“¿Crees que la constancia supera al talento? Yo tengo dudas. ¿Tú qué opinas?”
Esto convierte un post pasivo en una conversación activa. Y cuando hay comentarios, el algoritmo se activa. Y cuando se activa, llegas a más gente.
Clave:
- Termina tus posts con una pregunta real.
- Habla con voz propia, no con voz de PowerPoint.
- Escribe como hablas (pero sin faltas ni pereza).
LinkedIn premia el contenido que genera conversación, fundamental para adaptarse al algoritmo de LinkedIn. Y la conversación solo ocurre cuando hablas de tú a tú.
2. Utiliza el formato carrusel y vídeos nativos
Si quieres variar y destacar entre tanto texto plano, el formato importa.
Los carruseles (documentos PDF subidos directamente a LinkedIn) funcionan especialmente bien. Son visuales, rápidos de consumir, ideales para resumir ideas y fáciles de guardar. Además, LinkedIn les da bastante cariño en el algoritmo, y es fundamental para adaptarse al algoritmo de LinkedIn.
¿Qué puedes poner en un carrusel?
- Consejos prácticos (como este post, pero en slides).
- Un resumen de tu servicio.
- Un storytelling dividido en pasos.
- Casos de éxito o aprendizajes.
Por otro lado, los vídeos también funcionan, pero con un matiz importante: tienen que ser nativos, es decir, subidos directamente a LinkedIn, no enlazados desde YouTube o Vimeo.
LinkedIn, como cualquier red social, quiere que la gente se quede dentro. Si tú le llevas tráfico a otra plataforma, el post tendrá menos alcance. Sencillo.
Clave:
- Piensa visual: convierte ideas densas en carruseles simples.
- Graba vídeos cortos, auténticos, con buena luz y sonido decente.
- Nada de “Hola familia LinkedIn” o frases de manual: sé tú mismo.
No hace falta ser Spielberg. Basta con ser claro, directo y aportar valor en poco tiempo, y adaptarse al algoritmo de LinkedIn.
3. Publica cuando tu audiencia está activa
El mejor post del mundo puede pasar desapercibido si lo lanzas cuando no hay nadie conectado.
Aunque cada comunidad es distinta, hay patrones generales que suelen funcionar:
- Martes, miércoles y jueves por la mañana (entre las 8:30 y 10:30) son los días fuertes.
- Los lunes suelen ser lentos (mucha gente poniéndose al día).
- Los viernes… ya sabes, medio mundo pensando en el finde.
Pero no te fíes solo de esto. Prueba y observa. Publica a diferentes horas y días. Mira cuándo recibes más interacciones. Eso te dirá cuándo tu gente está activa.
Clave:
- Analiza tus publicaciones más exitosas: ¿a qué hora las lanzaste?
- Publica de forma constante, pero no automática. LinkedIn no es un feed muerto.
- Si publicas los fines de semana, hazlo con contenido más personal o reflexivo.
Y recuerda: más importante que el cuándo es el qué. Pero si aciertas las dos, boom.
4. Cuida las primeras líneas: el gancho lo es todo
LinkedIn solo muestra las 2 o 3 primeras líneas de tu post. Si no enganchas ahí, se acabó. Fin de adaptarse al algoritmo de LinkedIn. No hay clic en “ver más”, no hay lectura, no hay interacción.
Por eso, evita empezar con frases planas como:
“Hoy quiero hablar de algo que me parece muy importante…”
“Hola a todos, espero que estéis bien…”
“Esta es una reflexión personal…”
No. Eso es humo.
Empieza fuerte. Con una pregunta potente. Con una frase que choque. Con una historia real. Con una declaración clara.
Ejemplos:
- “Esta semana perdí un cliente. Y te cuento por qué.”
- “Llevo 3 años publicando en LinkedIn. Esto es lo que aprendí.”
- “Nadie habla de esto, pero es la razón por la que tu contenido no funciona.”
Piensa en esas primeras líneas como el riff de una canción de los Stones. Si no te atrapa desde el principio, pasas a la siguiente.
Clave:
- Escribe 3-5 versiones distintas del inicio antes de decidirte.
- Prueba con listas, confesiones, frases directas o preguntas.
- Piensa en qué haría que tú mismo pulses “ver más”.
La atención es oro. No la desperdicies con un arranque flojo.
5. Responde a todos los comentarios
Este punto es de los más infravalorados… y de los más potentes.
Cada vez que alguien comenta tu post, tienes una oportunidad: de responder, de agradecer, de ampliar, de generar una microconversación.
Cuando respondes:
- Aumenta el tiempo de vida del post.
- Se genera una interacción real (el algoritmo lo detecta y lo premia).
- Demuestras que hay alguien detrás. Que escuchas. Que cuidas tu comunidad.
Además, muchas veces, los comentarios son mejores que el post. Y son realmente importantes para adaptarse al algoritmo de LinkedIn.
La gente aporta puntos de vista, experiencias, debate… y eso enriquece tu contenido.
Clave:
- Responde con algo más que un emoji.
- Si alguien te lanza una buena idea en comentarios, úsala en un futuro post y dale crédito.
- Si el comentario da pie a una conversación en privado, aún mejor.
LinkedIn no se trata de tener razón, sino de abrir espacios para el intercambio. Y eso empieza y termina en los comentarios.

Lo que no cambia (aunque cambie el algoritmo)
Hay cosas que no cambian para adaptarse al algoritmo de LinkedIn.
Publicar en LinkedIn no es escribir por escribir. Eso no es adaptarse al algoritmo de LinkedIn. No es soltar frases hechas con fondo gris. No es “vender sin que se note” y acabar vendiendo mal.
LinkedIn, cuando se usa bien, puede ser un canal brutal para generar confianza, posicionarte y atraer clientes. Pero no con fórmulas mágicas, sino con tres ingredientes que se notan, se sienten y se agradecen: autenticidad, constancia y valor.
1. La autenticidad: se nota cuando escribes desde la experiencia, no desde el postureo
Se nota. Siempre se nota.
Cuando hablas de lo que vives, de lo que aprendes, de lo que te ha costado o de lo que te sale natural, se nota en cómo escribes. Las palabras fluyen distinto. Hay verdad detrás.
Y cuando solo estás repitiendo lo que has visto en otro post viral o soltando frases de autoayuda con el mismo tono que media red… también se nota.
No hace falta contar tu vida. Pero sí contar tu verdad. ¿Qué piensas realmente de ese tema? ¿Qué aprendiste tú de eso que todos comentan? ¿Qué errores cometiste y qué harías distinto?
No se trata de inventar nada, sino de escribir desde lo vivido.
Porque la autenticidad, como la cebolla en la tortilla, no siempre se ve… pero cuando no está, se nota.
2. La constancia: LinkedIn no es de quien publica un viral, sino de quien publica con estrategia
Publicar un post que se haga viral está bien. Pero no es el objetivo. Lo importante no es tener un buen día, sino tener una buena estrategia.
LinkedIn premia a quien aparece de forma constante, no solo cuando tiene “tiempo” o “una idea brillante”.
Publicar con regularidad (sin quemarte) es una forma de decirle al algoritmo:
“Ey, estoy aquí, estoy aportando, tenme en cuenta.”
Y al mismo tiempo, se lo dices también a tu comunidad. Te vuelves parte del paisaje, pero no uno gris, sino uno que suma.
La constancia no es publicar cada día. Para adaptarse al algoritmo de LinkedIn, es bueno no desaparecer durante semanas, es estar presente con intención. Es seguir escribiendo incluso cuando no hay likes. Porque sabes que esto es a medio/largo plazo.
3. El valor: si no aportas nada, el algoritmo lo sabe (y la gente también)
Hay muchas formas de aportar valor: enseñar, inspirar, motivar, entretener, hacer pensar, contar algo útil, compartir una historia que deje poso.
Lo que no funciona (ni gusta) es el contenido vacío. El que no deja nada. El que parece más un ejercicio de ego que un acto de generosidad.
Antes de publicar, pregúntate:
“¿Qué se lleva la persona que lea esto?”
Si la respuesta es “nada”… vuelve a darle una vuelta.
Porque cuando aportas valor real, pasan cosas: se guardan tus posts, te comentan con ganas, te recomiendan en privado. Y poco a poco, tu nombre empieza a sonar. Y sabes que estás cumpliendo con el objetivo: adaptarse al algoritmo de LinkedIn.

Adaptarse al algoritmo de LinkedIn. cuestión de visibilidad
No tienes que ser programador ni growth hacker para entender cómo funciona LinkedIn. Solo necesitas estrategia, paciencia y un poco de arte. Como cuando eliges el vinilo perfecto para una tarde de domingo. El algoritmo está ahí, pero no es un enemigo: es el DJ que decide si te pincha en la pista principal o te deja sonando en el fondo.
Ajusta tu tono, elige bien el momento, construye una comunidad y dale cebolla a tus publicaciones. Porque cuando entiendes el ritmo del algoritmo, bailas con él.